El pasado 5 de junio se estrenó la nueva temporada de Black Mirror en Netflix. Fuera del experimento de Bandersnacht el año pasado, teníamos poco mas de año y medio sin una temporada completa y al menos en este primer episodio, parece que regresan a las raíces del primer par de temporadas.


A pesar de ser una temporada completa, la mejor manera de revisar Black Mirror es episodio por episodio, así que más vamos dándole una checada al primero de la temporada.


Llamado Striking Vipers, escrito por Charlie Broker (creador de la serie) y dirigido por Owen Harris (quien tambien dirigió el excelente San Junipero), nos cuentan la historia de un romance virtual entre dos amigos, el episodio está protagonizado por Anthony Mackie (Falcon en el MCU) y Yahya Abdul-Mateen II (Black Manta en Aquaman).



La historia


Todo comienza en el cumpleaños número 27 de Danny (Anthony Mackie) quien se encuentra celebrando con su novia Theo (Nicole Beharie), fingiendo que son extraños como roleplay. Ya en su casa, ante de dormir, Danny decide jugar Striking Vipers (low-budget Street Fighters) con su amigo y roomie Karl (Yahya Abdul-Mateen II).


11 años después, con 38 años, un hijo y una rodilla mala, Danny celebra su cumpleaños en una tranquila carnita asada en su casa. Recibe la visita sorpresa de su viejo amigo Karl, con quien recuerda viejos tiempo y además recibe Striking Vipers X como regalo de cumpleaños.




Esta nueva versión tiene un gadget interesante, cuenta con completa realidad virtual. Karl y Danny se conectan para echar la reta y sentirse como una par de veinteañeros otra vez, experimentando el poder completo del VR. La tecnología no solo permite ver el juego en primera persona, sino que emula todas las sensaciones.


Danny elige a Lance (Ludi Lin) y se siente rejuvenecido otra vez, fuerte, musculoso y mucho más importante, sin aquel dolor de rodilla. Karl, por su parte exige a Roxette (Pom Klementieff), una rubia de buen cuerpo y mejor habilidades de pelea.


Después de un acalorado combate, las cosas toman un giro inesperado, pues los amigos comienzan a besarse en el juego. Sorprendidos, los amigos después deciden seguir jugando, pero rápidamente los besos se convierten en sexo diario y una disociación de la realidad. La sensación del juego es tal que comienza a afectar sus vidas, nada se compara a la sensación de tener sexo en Striking Vipers.


¿Qué culpa tiene la tecnología?


Desde que Netflix tomó las riendas de Black Mirror, la temática original de primer par de temporadas se ha ido perdiendo un poco, aunque el especial White Christmas es posiblemente el primer escalón en ese cambio.


Hasta antes, la tecnología mostrada en la serie no era la causante de la historia sino un elemento más en el Universo del capitulo en cuestión. En casos como The Entire History of You o incluso National Anthem, lo importante no es la tecnología, sino las interacciones entre la sociedad y las personas, la tecnología propicia condiciones para que se desarrolle la narración pero bien podría ser cambiado por un elemento actual y no afectaría lo ocurrido.



En Striking Vipers se da esa vieja condición.Si bien la infidelidad de Danny y su amorío con Karl suceden por tener esa tecnología a la mano, no son la causa. El sentirse jóvenes de nuevo, vigorosos, disfrutar de una nueva experiencia y la adrenalina es lo que los orilla a hacerlo.


El VR les da una plataforma pero bien podríamos cambiarlo por una secretaria de veinte años, un carro deportivo del año o convertirse en un capo de la meta-anfetamina, vaya, que de la crisis de la mediana edad casi nadie se salva.


¿Como se compara?


Lo que más me gusta de este episodio es posiblemente una desventaja al compararlo con los anteriores de la serie. La sencillez de la historia principal, de una historia de infidelidad probablemente se pierdan comparados contra el debate de ¿qué es la conciencia?, implantado en White Christmas.


Si bien en algún punto parece que el capitulo intenta explorar la sexualidad más a fondo - Danny y Karl comparten un beso en la vida real para ver si existen esos sentimientos del juego - o tal vez la identidad de genero - Karl experimentando ser mujer en el juego - son aspectos que nunca saltan al frente de la trama y que habría sido interesante explorar un poco más.



Aunque, es probable que esto también se queda a media tinta sirviendo los orígenes de la serie, donde nunca se establece un juicio si la tecnología es buena o mala, sino se expone una posible consecuencia y se deja a la audiencia emitir un juicio. Es posiblemente un paso en la dirección correcta, pero ya veremos el resto de la temporada.


Pero creo que la mejor manera de describir el episodio sería citando al camarada Dyatlov: "3.6 roentgen. Not bad, not terrible"